El presidente de la Diputación de Málaga advierte sobre el riesgo de la «turismofobia» al presentar el balance que destaca que Málaga ha alcanzado un nuevo récord con 14,4 millones de visitantes.
Un estudio concluye que el alquiler sube un 33% en ciudades como Málaga y Sevilla debido a los pisos turísticos, que representan el 10% del total.
Más turistas, mayores ingresos, más empleo. La Costa del Sol, la principal marca turística de Andalucía y una de las más reconocidas de España, ha logrado batir récords en 2024. El destino sigue demostrando ser resistente a las críticas sobre el impacto del turismo masivo en recursos como el agua, las infraestructuras y la vivienda. Francisco Salado, presidente de la Diputación de Málaga y de Turismo Costa del Sol, ha respondido a estas críticas advirtiendo sobre el peligro de la «turismofobia», que podría alejar a los turistas y afectar a la «industria principal de Málaga, Andalucía y España». «Debemos tener cuidado», ha señalado al presentar el Balance Turístico 2024.
«Ha sido un año extraordinario, el mejor año turístico de la historia»
FRANCISCO SALADO
Los datos, por el momento, no respaldan estas preocupaciones. A pesar de las manifestaciones en Málaga por la escasez de vivienda asequible y la influencia del modelo turístico, la provincia alcanzó los 14.470.000 visitantes, lo que representa un aumento del 3,17% en comparación con 2023, con 30,5 millones de pernoctaciones. Se estima que el aeropuerto de Málaga recibió 12,4 millones de pasajeros hasta diciembre.
Mayor crecimiento en ingresos que en turistas
«Ha sido un año extraordinario, el mejor año turístico de la historia», ha celebrado Salado. Sin embargo, ha subrayado la importancia de crecer en ingresos más que en número de turistas, un mensaje recurrente desde la pasada primavera por parte del consejero de Turismo (Arturo Bernal). Esta es la respuesta de las administraciones del PP (Junta de Andalucía, Diputación, Ayuntamiento de Málaga) a la creciente preocupación de la ciudadanía por la masificación turística. Por un lado, alertan sobre la «turismofobia», que, según Salado, está siendo alentada por ciertos sectores políticos: «La extrema izquierda hace esto en toda España, como en Barcelona, tratando de expulsar a los turistas. Y así están viendo cómo disminuye la ocupación hotelera, el empleo y la actividad turística. Es un camino peligroso».
Por otro lado, las administraciones enfatizan que se busca atraer «turismo de calidad», que genere mayores ingresos, y trabajar en la desestacionalización, lo que indica implícitamente que existen límites en cuanto al crecimiento (al menos en términos de cantidad), y esos límites están cerca.
Salado ha destacado que el aumento de ingresos (+10,9%, alcanzando los 21.223,6 millones de euros), el empleo (+7%, hasta los 137.408 empleados en el sector turístico de Málaga) y la rentabilidad hotelera (+6%) ha sido considerablemente mayor que el de los turistas (+3,17%), lo que considera el mayor logro del año: «Estamos alcanzando el objetivo de crecer en calidad más que en cantidad». En Málaga, la oferta reglada de plazas turísticas ya se acerca a las 660.000 y sigue aumentando.
Tras los turistas españoles (2.450.000), el mercado británico sigue siendo el más importante, con 1.183.000 turistas (+7,2%), seguido de Alemania, Francia y Países Bajos. Para 2025, se espera que el crecimiento continúe, respaldado por la oferta de vuelos. El reto es consolidar y expandir la conectividad aérea con Estados Unidos (+26%) y abrir nuevas rutas con China. Todos los mercados internacionales clave han experimentado un crecimiento, mientras que el turismo nacional (-7,5%) y el de cruceristas (465.000, -7,7%) han disminuido.
Los límites del territorio
2024 también ha sido el año en que se han hecho más evidentes las tensiones en el territorio, cada vez más afectado por el crecimiento poblacional y la masificación turística. Málaga es la provincia que experimentará el mayor crecimiento hasta 2039, con un aumento del 21%, según las proyecciones del INE. En 2031 se superarán los dos millones de habitantes.
Este crecimiento ha comenzado a generar fricciones por el acceso a recursos compartidos entre residentes y turistas, como el agua (en primavera, la Junta de Andalucía consideró permitir el llenado de piscinas de hoteles, pero no de piscinas privadas o comunitarias), el transporte (la autovía de la Costa del Sol ya está saturada en varios tramos y la ampliación del tren de cercanías sigue siendo incierta) y, especialmente, la vivienda, cuyo precio sigue alejándose del salario medio de los malagueños.
El problema no solo afecta a la capital, sino también a otras zonas, ya que los desplazados buscan alojamiento en áreas más pequeñas, lo que pone presión en el mercado residencial.